martes, 14 de agosto de 2007

A good year

Cuando Sir Ridley Scott leyó en 'The Times' la historia de un joven empresario británico que asombró (y soliviantó) a la vieja guardia de los bodegueros franceses elaborando buenos vinos desde la nada y vendiéndolos a miles de libras la caja, el director decidió enseñársela a su amigo Peter Mayle, el autor del 'best seller' 'Un año en Provenza'. Este también vio el potencial que contenía el reportaje, que había sido publicado en 1996, y ello les indujo a realizar 'A good year' ('Un buen año', en España), película protagonizada por Russell Crowe que cuenta la historia de un banquero londinense que se muda a Provenza tras heredar un viñedo.
El artículo de 'The Times', escrito por Ben Macintyre, trataba de los vinos 'de garaje' de Burdeos, que se elaboraban en lotes reducidos sin chateau y que habían empezado a venderse a precios altísimos. Contaba la historia de Hugh Ryman, un inglés que se mudó a Francia cuando su padre vendió la papelería que regentaba la familia. Había aprendido a enología en Burdeos y en los 'châteaux' d'Yquem y Latour, y luego había asistido a la mejor escuela de enología de Australia, cerca de Adelaida. Para horror de sus vecinos, Ryman, a base de poner en práctica sus conocimientos y las últimas tecnologías, comenzó a producir una variedad de vinos que resultaban tremendamente atractivos al consumidor medio. Repetía así el éxito que ya habían cosechado las marcas de las Antípodas, Sudamérica y Estados Unidos y demostraba (esta vez ante sus mismas narices) lo que la vieja guardia del vino francés nunca ha querido reconocer: que no hace falta tener un nombre reconocido para producir y vender buen vino. Cuando el lunes tuvo noticia de la película, Ryman repuso: "Me siento sorprendido, intrigado y halagado. Me encantará verla".

Desde que 'The Times' le visitara en 1996, Ryman ha tenido que reestructurar su negocio. Después de crecer demasiado deprisa, tuvo que enfrentarse a problemas de liquidez y a discrepancias internas de su accionariado. La empresa originaria se deshizo hace tres años. [Nota de la Redacción: Ryman también colaboró con Marqués de Riscal en Rueda, introduciendo la técnica de la maceración pelicular al verdejo, y llegó a asociarse con Concavins en la Conca de Barberà. En ambos casos las relaciones se rompieron pronto y, en el caso catalán, de forma bastante traumática. Ryman será un personaje de película, pero en España el recuerdo es más bien de cine de terror…].

Sin embargo, ha puesto en marcha una nueva, R-Wines, que se ha especializado en elaboración y distribución de vinos. A sus 45 años, sigue viviendo en Provenza y no tiene ninguna intención de volver a su país. Aunque todavía tiene pasaporte británico, se considera un "europeo"; un poco como Mayle, que vive todo el año en la comarca del Lubéron, en Provenza, y Scott, que tiene aquí una casa de vacaciones y un viñedo de 12 hectáreas. Scott, quien aún conserva el recorte de 'The Times', dice: "Vi la noticia de una bodega que vendía vino 'de garaje' a más de 30.000 libras la caja. Estaba buscando una excusa para volver a Francia a rodar una película y esta historia me proporcionó la oportunidad perfecta. Le sugerí la idea a Peter Mayle y me dijo: ‘De ahí saldría una buena novela’. Le contesté: ‘Vale, tú escribes el libro y yo me quedo con los derechos para adaptarla al cine’. Así que lo escribió, y tuvo mucho éxito".

Igual que Ryman, Scott, oriundo de South Shields en Northumberland, también empezó su carrera rodando 'spots' televisivos.


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En la película no tienen en muy buena consideración ni el vino ni su cultura norteamericana, hay una parte de la película en la que Max hablando con su agente a cerca de la venta del viñedo que hereda, le dice a su agente que les será dificil encontrar comprador, ya que el vino que producen esas vides es de muy mala calidad, a lo que el agente responde: "Entonces el comprador deberá ser alguien que no entienda de vino, se lo venderemos a un americano". En otra parte de la película, Una supuesta hija vástaga del tiío de Max (Henry), comenta que ella se crió con la cultura del vino, ya que de pequeña trabajaba en unas viñas de California, a lo que el vinateur del viñedo que ha heredado Max, le responde: "En California no hacen vino, hacen ponche hawaiano", y nadie le arrebate lo contrario. Esta visión que nos muestra A good year sobre la cultura vitivinícola americana contrasta lo mostrado en otras películas, como 'Entre copas', en la que se muestra la magnificencia del vino californiano, especialmente del Pinot Noir.

A good year nos muestra, de manera que el espectador se implica con la trama de la película, como a medida que Max se sumerge en el entorno del cultivo y del esfuerzo de la elaboracion de un buen vino, así como la placidez de la vida apartada del ajetreo de la bolsa londinense le va atrapando poco a poco, hasta que llega un momento en el que es demasiado tarde para salir de él.



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